Cambio climático e incendios forestales
- Lunes 27 de diciembre de 2021
- 16:21 hrs
En Chile, prácticamente el 100% de los incendios forestales son causados por el ser humano, ya sea por negligencia o intencionalidad.
En la primavera y verano de los años 2016-2017 se produjeron los incendios forestales más extensos y de mayor impacto desde que se tiene registro en la Zona Central de Chile. Uno solo de estos incendios, el denominado Las Máquinas, abarcó una superficie de 180 mil hectáreas, destruyendo sistemas agrícolas y forestales y, lamentablemente, asentamientos humanos como el ocurrido en la localidad de Santa Olga, en la región del Maule.
Para dimensionar la magnitud del incendio Las Máquinas, la superficie que arrasó el fuego es equivalente a 7,7 veces la comuna de Talca o más de 250.000 veces el Estadio Nacional. Después de 6 años, si bien no ha habido un incendio de esa magnitud, lamentablemente se ha mantenido la tendencia de estos megaincendios forestales; un ejemplo es el ocurrido la temporada pasada en la precordillera de Molina, ocasión en la cual el fuego consumió más de 11.000 hectáreas de bosques naturales y plantaciones forestales, pudiendo suprimirse el fuego solo después de casi dos meses.
¿Por qué se producen los incendios forestales? En Chile, prácticamente el 100% de estos incendios son causados por el ser humano, ya sea por negligencia o intencionalidad. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un aumento de ellos por causas naturales, principalmente debido a tormentas eléctricas en la precordillera andina. El cambio climático es una amenaza real que nos está afectando de diferentes formas, generando condiciones propicias para que se desaten los incendios forestales. Hay registros claros de un mayor aumento de la temperatura en los periodos primaveral y estival, de los días con eventos climáticos extremos y de una ya prolongada sequía por más de 10 años; así, se generan las condiciones óptimas para que se inicie y propague el fuego.
Al destruirse un bosque, especialmente uno natural, se pierden los llamados servicios ambientales que nos ofrecen estas formaciones, que son todos aquellos beneficios que al ser humano le dan bienestar; algunos ejemplos son la cantidad y calidad de agua, la captura de CO2, la madera, la recreación y esparcimiento (tan necesarias con el incremento de las enfermedades mentales producto de la pandemia generada por el COVID), entre otros.
La vocación de servicio de la Universidad Católica del Maule se manifiesta en la disposición que tenemos para hacernos cargo de solucionar problemas, en este caso ambientales, que vayan en beneficio de la gente. Así, en una alianza entre el Centro del Secano y el Centro de Investigación en Estudios Avanzados (CIEAM) de esta casa de estudios, junto con la participación de la CONAF y el Gobierno Regional del Maule, estamos creando una tecnología que permita actualizar la cartografía del modelo de combustible a demanda de usuario. El modelo de combustible hace referencia a lo que potencialmente se puede quemar, por ejemplo, no es lo mismo que se incendie un pastizal a que se incendie un bosque adulto, la peligrosidad es mucho mayor en este segundo caso. Con una cartografía actualizada de los modelos de combustible, se podrá predecir de mejor forma el comportamiento de los incendios y asignar los recursos disponibles (cuadrillas, medios aéreos, etc.) de una forma más eficiente. En definitiva, el objetivo de este proyecto es poder facilitar el trabajo de CONAF en la extinción y manejo de los incendios forestales, de una forma más segura y eficiente.
La realidad del cambio climático la vemos todos los días, aunque hay quienes se niegan a hacerlo, y ante ello lo único que podemos hacer como ciudadanos es ser responsables con el cuidado de ambiente y tratar de modificar nuestros hábitos de consumo en términos de generar menos emisiones. En esta realidad, de mayor calor y sequía, debemos extremar los cuidados frente a los bosques para que éstos nos sigan ofreciendo los servicios ecosistémicos que tan necesarios son para el ser humano.
Dr. Rómulo Santelices y Dr. Antonio Cabrera, investigadores del Centro de Secano de la Universidad Católica del Maule.